¿Alguna vez has intentado «empezar a cuidarte» y no has sido capaz? ¿Has iniciado el camino hacia el autocuidado sin llegar a donde querías llegar? ¿Y por qué ha sido? ¿Han fallado las estrategias que habías elegido? ¿Es una cuestión de «fuerza» de voluntad?
Hace mucho que no escribo una entrada. Y esta la enfrento con mucho miedo, pero dispuesto a completarla y publicarla. No hay valentía sin miedo.

Humillado, decidí esconderme.
Hace unos meses inicié el camino para empezar a cuidarme, el camino hacia el autocuidado. Mi experiencia está relatada en este blog, aunque tal vez haya que ir leyendo un poco entre lineas. Hice todo un estudio de cuales deberían ser las mejores estrategias para mejorar mi estado físico y mental. Llegué a conclusiones interesantes y me puse en marcha. Pero no lo conseguí. Hice dos ciclos de 21 días. Bajé de peso y llegué a dormir mucho mejor, pero llegó un momento que flaqueé y me caí de la tabla (como dirían mis amigos de GTD). Y después de eso no fui capaz de regresar a la senda que recorría.
Un poco humillado me escondí de vosotros y dejé de publicar. Estos días he vuelto a releer las entradas , que son una especie de diario de reflexiones. En esto de escribir a veces necesito tomar algo de distancia antes de regresar y ver qué es lo que había plasmado en el papel (en el papel digital, claro) y eso hice. ¡Maldita sea! ¡Las entradas están bien! Me gusta cómo quedaron, doy una información valiosa, y que todo lo que he aprendido y compartido en el camino me parece útil. Y sin embargo… uff…
¿Qué -porras- estaba mal?
Si el planteamiento era correcto, si la estrategia tenía sentido, y si todo estaba bien… ¿Qué -porras- estaba mal? Porque, está claro que no logré mi objetivo… Y por el camino me llevé un buen palo. ¿Qué fallaba? ¿Yo? ¿Mis circunstancias? ¿Será una cuestión de capacidades o características innatas? No soy de los que buscan culpables externos, ni de los que se amparan en las cosas que ocurren alrededor para crear un muro de excusas. En este juego de la vida no somos responsables de las cartas que nos van saliendo. Somos responsables de qué vamos haciendo con ellas.
Está claro que el culpable de no hablar cumplido mis propios objetivos soy yo. Sin paliativos. Pero yo quería hacerlo bien, y no lo hice. Deseaba recorrer el camino hacia el autocuidado y si lo hubiese hecho, hoy tendría el peso que deseaba, estaría acostumbrado a un tipo de alimentación más saludable, haría ejercicio regularmente, dormiría mejor y estaría acostumbrado a trabajar mi mente… pero no lo hice. Hay que ver qué complicados somos los seres humanos, ¡que no hacemos lo que queremos hacer!
Aunque abandoné como un vulgar «pichiruchi» mi compromiso de contaros qué iba haciendo, lo cierto es que no he estado quieto, al menos intelectualmente. Durante estos meses, desde el 24 de enero hasta hoy (29 de abril) he seguido leyendo e investigando muchas cosas. De alguna manera, creo que el camino hacia el autocuidado que empecé en noviembre de 2020 no ha parado, para nada. Aunque no hay registro escrito, sigo con la intención cuidarme más, y tengo la firme voluntad de hacerlo. Así que voy a volver a empezar.
¡Quiero ser una persona que se cuida!
No voy a hacer un reto de 21 días. Ese ya no es mi objetivo. Porque 21 días de esfuerzo los hace cualquiera (Si tu vida se dispone en «cuantos» de 18 días, hacer un reto de 21 es un poco difícil, pero vamos…) Lo que quiero hacer, mi objetivo real es recorrer realmente el camino hacia el autocuidado y convertir en una persona que se cuida, no durante 21 días, sino así, en general. Y que lo hace teniendo en cuenta los cuatro eslabones de los que llevamos hablando meses: Cuidar la calidad del sueño, hacer ejercicio con sentido, alimentarse de la forma adecuada y cultivar la mente. ¿Dónde está la clave? A ver si lo averiguo.
El camino hacia el autocuidado.
Mi pregunta ya no es qué tengo que hacer. Esa respuesta la tengo meridianamente clara y está perfectamente descrita en las entradas anteriores de este blog. La cuestión real es que tengo que cambiar, y tengo que convertirme en el tipo de persona que se cuida. Ahora me surgen muchas preguntas. La primera es clave: ¿Puede alguien cambiar a los 38 años? Y si la respuesta es «sí»… ¿Qué hay que hacer para cambiar? ¿Dónde comienza el camino?
No sé qué te voy a ir contando, y no sé cual es la frecuencia en la que lo voy a ir haciendo. Pero te invito a que me sigas, si quieres. En este nuevo periplo de «Hoy empiezo a cuidarme».
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