Aprendí a bailar como un oso gracias a que mi hijo Andrés tuvo una buena ocurrencia y yo tuve la suerte de poder reconducirla. Pasamos un rato agradable en familia y, de paso, encontré una manera nueva de cuidar mi cerebro, ¡y el suyo!

Este es el resumen del día 5 del Reto de 21 días que estoy llevando adelante.

Comer mejor. Y si puedes, acompáñalo con unas centollas.

Esto de «comer mejor» puede ser un poco aburrido. Sin embargo, entre el pisto del otro día, el curri de pollo de ayer y la cena de hoy… bueno, bueno, bueno, estoy encantado. Claro que echo de menos tomarme un chocolate con los niños, o una Coca-Cola a cualquier hora (uffff). Pero me estoy dando unos caprichos la mar de cucos.

Por la mañana desayuné un café con leche y sin azúcar. La verdad es que no tenía más hambre. Me parece que estoy aflojando en esto de los desayunos saludables… tengo que dedicar un tiempo a programarlos. Me lo apunto en mi bandeja de entrada. A media mañana me escribió mi amigo Timo y me ayudó a decirle que no a la magdalena. Timo hace mucho deporte, se cuida mucho, para mi es un ejemplo. Y se ve que también una buena influencia. A medio día comí chuletillas de pavo a la plancha con brécol y un poquito de patata. A media tarde hicimos un picnic en el salón y, mientras los niños se comían un bocadillo de jamón, algo de fruta y un plato de gominolas y chocolate, yo tomé unas lonchas de jamón cocido («extra» siempre, ya sabes que El jamón de York no existe) y un par de gajos de manzana y mandarina. Y por la noche Miriam y yo nos comimos dos centollas de la ría. Es lo que tiene vivir en las Rías Baixas.

La importancia de dormir… en el sofá.

La verdad es que dormí muy bien, mi percepción es que fueron más de 8 horas, aunque el AutoSleep dice que fueron 7 y media. Sobre las 5 de la mañana mi perro, Bilbo, subió a nuestra habitación. Últimamente le da por hacer eso. Tuve que bajar y abrirle para que saliera al jardín. Luego ya no volví a la cama, me quedé en el sofá para no despertar a Miriam. Pero la verdad es que en mi sofá se duerme estupendamente. Una cosa que ya voy notando es que ya no tengo la tentación constante de pillar el móvil mientras estoy en la cama.

• Sueño: 7:30
• Calidad: 2:38
• Lpm: 66
• Sueño profundo: 1:15

Entrenar para mejorar la salud

Ayer fue día de descanso, y estoy pensando que, posiblemente, mañana también descanse. El programa que sigo propone 3 o 4 entrenamientos por semana. Mi intención es hacer 4, así que aun tengo el domingo. La verdad es que sigo bastante dolorido y creo que es mejor retrasar el entreno 1 día e intentar hacer los ejercicios completos. En todos lados se lee eso de «escucha a tu cuerpo», pues eso intento. Pero, sea como sea, la semana terminará con los 4 entrenamientos completos.

Bailar como un oso y cuidar el cerebro

Me ocurrió algo diferente hoy. No en cuanto a los ejercicios, eso fue como siempre, pero luego tuve una grata experiencia relacionada con la meditación.

Por la tarde, un poco antes del picnic familiar, a Andrés se le ocurrió desplegar una esterilla de yoga que encontró por casa. Así que se me ocurrió la idea de compartir con ellos un ratito de meditación gracias a uno de los programas infantiles que tiene la aplicación que uso. El programa introduce con un video una historia de unos niños navegando en una barca que llegan a una isla y se encuentran con un oso que les enseña a bailar. Así que, al ritmo del oso, el programa nos guía a través de movimientos sencillos para tener un momento de respiración y movimiento consciente. En principio participamos Andrés, de 6 años, Mario de 3 y yo (de 37). Mario conectó, desconectó y volvió a conectar. Pero a Andrés le gustó tanto que fue a buscar a Miriam y repetimos el ejercicio una vez más.

A ver si hoy logro hacer lo mismo de nuevo.

Conclusiones

Entre el picnic, las centollas y aprender a bailar como un oso, he de reconocer que hoy el día estuvo interesante.

Mañana más. ¡Un saludo!

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